lunes, 2 de agosto de 2010

Sobre El fuego y la fábula




A continuación, dos textos sobre el libro de cuentos El fuego y la fábula. El primero pertenece a Sebastián Antezana (Premio Nacional de Novela 2008) y el otro, a William Camacho (Premio Nacional de Cuento Franz Tamayo 2006). Gracias a ambos por la generosidad en el momento de escribir estos textos.
"Guillermo-Augusto Ruiz ha adoptado un compromiso, el de explorar con intensidad y acierto los caminos que su intuición le señala, en este caso aquellos en que los límites genéricos se muestran difusos, olvidados tras la avasalladora fuerza de un discurso ficcional de alto impacto y despojado de temor ante el hecho de volver a visitar un espacio quizás complicado después de la marea y reflujos del boom y la generación McOndo: el relato fantástico. Así, tomándole el pulso al núcleo generador dela literatura, aquel simple y definitivo gesto de narrar historias, los personajes que se muestran en sus páginas, a caballo entre el misticismo y el horror, la revelación de lo sobrenatural y la sugerencia macabra, describen constantes que definen al hombre moderno y al hombre de todos los tiempos: la fascinación ante la muerte, el poder de la cotidianeidad en cuanto constante motivo de asombro, el goce ante el absurdo, la múltiple, maravillosa y terrible profundidad del ser. Desde el encuentro casual y el romance que conducen a la perdición, desde la confusión burocrática que concluye en una visita fluctuante entre la vida y la muerte, hasta la cercanía de la exclusión social y la locura, El fuego y la fábula nos lleva de la mano por lo mejor que la literatura puede ofrecer: historias honestas, bien trabajadas y a momentos capaces de transformarnos en sus propios personajes."


Sebastián Antezana


"La primera impresión que dejan estos cuentos es “geográfica”: los ubicamos en la frontera que separa lo real de lo sobrenatural. Y en eso radica el primer mérito del libro, pues logra incorporar, en el imaginario del lector, un espacio distinto del que convencionalmente denominamos realidad.
Individualmente, la primera sensación que provocan es miedo; no lo entendemos, sólo lo sentimos, tan natural como el flujo de la narración, que poco a poco va configurando estados o ambientes en los que el suceso fantástico se magnifica, removiendo humores hasta profanar la certeza lógica de lo racional y consagrar la incertidumbre caótica de lo sensorial. En conjunto, la sensación deviene angustia, temor opresivo generado por la inestabilidad de lo real o, más bien, por lo difuso de sus límites. Ese es otro mérito de El fuego y la fábula: la angustia implica el cuestionamiento de lo establecido y, por ende, la posibilidad de ampliar nuestra concepción del mundo y sus misterios. Borges decía que la eternidad es el pasado, el presente y, también, el futuro —que todavía no ha sido creado, pero igual existe—. En ese sentido, los cuentos de Guillermo-Augusto Ruiz plantean que la realidad está conformada por lo evidente, lo aparente, lo sugerente, lo imaginario y también lo desconocido, ya que el desconocimiento de lo otro no implica su inexistencia. Así, a través de una narración prolija —donde el esmerado trabajo de lenguaje corona una escritura de alto vuelo poético—, El fuego y la fábula nos introduce en un espacio de la realidad que no vemos —o no queremos ver—, no conocemos —y preferimos desconocer—, pero sí transitamos cotidianamente sin darnos cuenta, pues lo otro está en un reloj descompuesto, el excremento de un perro, la inocencia de una niña, el lunar de la abuela, un joyero de cedro, la bocina de un minibús, el gato de la amante o un libro de cuentos."

Willy Camacho S.



REFERENCIA

Ruiz, Guillermo-Augusto (2010). EL FUEGO Y LA FABULA. La Paz: Editorial Gente Común.

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