lunes, 27 de junio de 2016

Reading Pessoa

Mujer, quién eres.
No puedo llegar hacia ti
porque mi sexo te ha enyesado
dentro de una Venus pétrea.
Sin embargo, no quiero redimirte,
como un Miguel Ángel.
Sino que me redimas,
no como Ariadna servil,
sino como tú.
Y si este pedido es otra prisión,
no entres,
no te pierdas conmigo.
Ah, como hablarte sin enyesarte.
Soy una celda vacía que quiere rehén.
He vuelto a los signos equívocos.
(El hombre, quizá no la mujer,
es rehén de signos quiméricos.)
Quién nacerá libre.
Qué mesías sabrá redimirse
desde la cuna.
Quizá tú, mujer, ya lo sepas.
Y quizá por eso mi alma te busca,
como a una deidad inalcanzable.
Y quizá no te encuentre
porque no te busco con carne y hueso
sino a través de signos etéreos.
Cómo salir de este laberinto de signos
que ya es nuestro ser.
Mujer, si lo sabes…

Vuelo Salvador-Rio de Janeiro, 10/6/2016

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