lunes, 15 de marzo de 2010

El principio de la inocencia



Papá no es Superman. Es un funcionario encorvado y panzón.

Papá Noel existe, pero sólo en los supermercados y en los anuncios de Coca-Cola.

No hay tal cosa como el Coco, pero un niño no debe hablar con extraños.

Ni mi abuelo ni mi abuela están en el cielo. Están bajo tierra, llenos de gusanitos, y cada mes envían, puntuales, una factura del cementerio.

A los bebés no los trae la cigüeña de París. A los bebés no los trae nadie. Se auto invitan y hay que recibirlos cualquier día, a las horas más incómodas.

Dios no existe. No existe o, digamos, está en veremos. En cambio sí existe la muerte. Es un hecho: mi propia muerte ya existe.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

esta bueno...!

Anónimo dijo...

Bueno, pero tu propia vida también existe ¿no?.
Si no fuera así, no estarías escribiendo en este momento.
Y hay otras muchas cosas que existen. El tráfico, los vecinos, los compañeros de empresa.
Nosotros, no dejamos de ser nuestra propia carga.

Saludos

Guillermo Ruiz Plaza dijo...

Hola Anónimo,
Tanto la vida como la muerte son un misterio, pero pienso que éste se debe, sobre todo, a la existencia de la muerte, porque ésta muestra claramente el límite de lo que podemos saber. Y ese límite a nuestro conocimiento, esa frontera, constituye el principio de nuestra inocencia… Lo que no quita que existan otras cosas más o menos enigmáticas: el trabajo, el tráfico, los amigos (los otros), etc.
Gracias por tu comentario,
Saludos