Hace un tiempo atrás
En un planeta muy cercano al nuestro
Existió un Rey tan dichoso
Que los mismos dioses le tenían celos
Su reino se extendía por plácidos campos
Poblados de árboles confiteros
Montañas de paneton, roscas y caramelo
Cascadas de natilla descendían del celeste cielo
Mezclándose con el más puro cacao
Que brotaba de un enorme seno
En el centro de aquel universo
Sus habitantes eran gorditas tiernas
Llenas de alegría y ligereza
Desnudas correteaban por los generosos suelos
Y sus carcajadas revoloteaban cuan pajarillos pintorescos
Cada mañana el Rey las bañaba en leche una por una
Y ellas lo miraban sonrientes, dichosas de su fortuna
Él las amaba con su inmenso corazón
Y ellas lo mimaban y se regocijaban con bamboleante devoción
La vida transcurría placentera ajena a cualquier pesadez
Y en el dulcísimo castillo las fiestas reinaban por doquier
Realizando bailes de todo tipo
Las gorditas lucían sus más exóticos vestidos
Soportadas por grandiosos corsés verdes, azules y amarillos
Y el Rey las aplaudía con fervor
Bebiendo champagne, cerveza y vino
Pero un día los dioses furiosos se pusieron
Pues sus delgadas musas mimarlos no sabían
Y a causa de su amarga envidia
Hacer llover jugo de limón podrido decidirían
Así las cascadas y ríos de crema se cortaron
Y las gorditas se envenenaron,
Volviéndose flacas desabridas sin gracia ni vida,
Y el Rey de tristeza cerrar el pico decidió
Pereciendo de hambre en su reino ya sin sabor
Mas de aquel universo desierto, una redonda estrella nació
Tierna como la luna y poderosa como el sol
Y brillando se refleja en el corazón de toda gordita
Dispuesta a bailar gozosa esta canción
1 comentario:
Esas gorditas dan ganas de merengada, son sensuales y felices y lascicas e inocentes. Y los dioses son, como es su costumbre, unos perros del hortelano.
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