Selección de microrrelatos de Ajuar funerario (Páginas de espuma, 2004), del escritor peruano
Fernando Iwasaki (Lima, 1961). Ahí van tres píldoras de terror…
VAMOS AL COLEGIO
Como todas
las mañanas, he vestido a los niños y los he colocado en el asiento trasero
para que sigan durmiendo. Enciendo el coche y el motor se va calentando, desentumeciendo. El invierno es crudo y prefiero no abrir la ventana para
que los niños no pasen frío. Corro a la cocina a preparar sus bocadillos y no
hay mantequilla, el queso también se ha terminado y tengo que abrir una lata de
atún.
Cuando
encuentro el abrelatas ya se nos ha hecho tarde. Corro al garaje. Apenas puedo respirar. Los niños no se despiertan.
EL CUARTO OSCURO
Hace poco tuve una pesadilla terrible. Soñé que la
madre Dolores me ponía unas cuentas larguísimas que nunca me salían. Sumaba una
columna y me olvidaba cuánto llevaba, y tenía que empezar de nuevo y los ojos
de la madre Dolores se ponían rojos como los de los monstruos de los
dibujos. Como me puse a llorar la madre me cogió de las orejas y con su
carcajada de bruja me encerró en el cuarto oscuro hasta el día siguiente.
Mi esposa no me cree y quiere saber dónde estuve toda la noche.
ÚLTIMA VOLUNTAD
Los moribundos tienen fugaces
destellos de lucidez que se extinguen como velas en la penumbra de la muerte.
Mamá murió así, enumerando mis obligaciones, recordándome mis deberes, indicándome en qué cajón estaban los
papeles del seguro, quiénes tenían libros
suyos y sobre todo conminándome a proteger siempre a mis hermanas. Pobre mamá.
Su agonía había sido muy larga y jamás esperamos que en el último instante pudiera
despedirse así. Lentamente fue cayendo en una somnolencia dolorosa, repitiendo una y otra vez los nombres de mis hermanas. Cogí
su mano y me dijo que le alegraba reunirse por fin con papá. De pronto
me clavó dulcemente las uñas y me pidió que nunca dejara solo a Luisito, que
estaba enfermito y me necesitaba. Y mamá murió como suponía, reservando sus palabras finales para el pobre
Luisito, que falleció de leucemia cuando éramos niños.
Fuimos a casa de mamá a ordenar sus cosas y escuchamos un llanto dentro
del ropero. Mis hermanas dicen que es mi obligación y me lo tuve que
llevar a casa.
Le gusta jugar con medias de
nylon y pétalos secos.
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